Estados Unidos, Grã
Bretanha, Israel e a própria França devem
responder pelo monstro que criaram. A Cia, o MI-6, a Mossad e a DGSE
francesa devem dizer toda a verdade . Estas não são
“comunidades de inteligência” mas sim nichos
de terroristas
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por
Sergio Marín
Em 29 de agosto de 1988
Abdul Ahad Mohmand, cosmonauta
afegão, foi ao espaço. Japão,
Reino Unido e Itália teriam que esperar alguns anos antes de conseguir algo parecido. Nada é casual
10 anos antes, em abril
de 1978, triunfou a revolução de Saur. Os comunistas afegãos
tomaram Kabul e instalaram um governo democrático. A tarefa não era
fácil.
Afeganistão era
simplesmente um pais que vivia na idade media, um regime feudal em pleno século XX e totalmente servil
aos interesses imperialistas
El 29 de agosto de 1988
Abdul Ahad Mohmand, cosmonauta Afgano, voló al espacio. Japón, Reino Unido e
Italia tendrían que esperar algunos años antes de lograr algo parecido. Nada es
casual.
10 años antes, en abril
de 1978, triunfó la revolución de Saur. Los comunistas afganos tomaron Kabul e
instauraron un gobierno democrático. La tarea no era fácil. Afganistán era
sencillamente un país anclado en el medioevo, un régimen feudal en el siglo XX
y totalmente servil a los intereses imperialistas.
Los cambios no podían esperar. El gobierno
marxista de Taraki inicio un ambicioso programa de reformas que incluyo la
eliminación de la usura, un plan de alfabetización, la realización de una reforma agraria, la
legalización de los sindicatos, separación total de la iglesia y el Estado. Por
primera vez en la historia de ese pueblo las mujeres lograron ser reconocidas
como sujetos de pleno derecho.
Las cosas avanzaban a
pesar de los naturales obstáculos políticos y sobre todo culturales, pero
avanzaban. Ahí está el problema. Que a los pueblos les vaya bien parece ser a
lo que el imperialismo más le teme, seguramente obedece a que su bienestar
depende de la miseria ajena. Estados Unidos inicio una serie de operaciones
subversivas dirigidas por la CIA que ya hacia 1979 comprometían el futuro de la
revolución.
La estrategia era (o
parecía) sencilla: La CIA reclutó a un grupo de unos 300 jefes tribales,
señores de la guerra, mercenarios y terratenientes acostumbrados a enfrentarse
entre ellos y enriquecerse a costillas del apoyo “occidental” a la
contrarrevolución. La CIA, el régimen Saudí, Pakistán, las satrapías del golfo,
la OTAN, sometieron al país a una guerra de desgaste basado en el apoyo a los
“freedom figthers”. Estos “luchadores por la libertad” representaban en
realidad tantos intereses y tan contrapuestos,
que se hizo urgente cohesionarlos en torno a un solo proyecto y la
religión pareció ser la mejor solución. Se potenciaron pequeñas sectas de
fanáticos dentro del Islam sunní que eran insignificantes en aquellos tiempos:
Alá contra los ateos comunistas, guerra santa para defender las tierras del
Islam (que eran de ellos, por supuesto). ¿Cuánto ha costado semejante
irresponsabilidad?
El extremismo islámico
lo potenció y desbocó el apoyo económico, político, intelectual y militar del
imperialismo, en particular de los Estados Unidos. Todo esto es MADE IN USA.
Estados Unidos, Gran
Bretaña, Israel y la propia Francia deben responder por el frankenstein que han
creado. La CIA, el MI-6, la Mossad y la DGSE francesa deben decir toda la
verdad. Estas no son “comunidades de inteligencia” sino nidos de terroristas.
La revolución afgana
resistió hasta 1992, resistió incluso sin el apoyo de la URSS y cayó ante el
peso de la ofensiva de los “muyahidines”, las armas gringas y el dinero del
narcotráfico de heroína. El último presidente comunista, Najibullah, fue
asesinado de forma espantosa. De nuevo guerra civil entre todos los amigos del
“Tío Sam”. En 1996 los Talibanes se impusieron sobre las demás fracciones,
destruyeron el país y lo regresaron a la edad de piedra. ¡El plan había
funcionado! Afganistán ya no era comunista, en realidad ya no era sino
escombros ¿El plan funcionó?...
Los Talibanes, Al Qaeda
y el Estado islámico (EI) son hijos legítimos del esfuerzo irresponsable por
detener desde la década de los 80 del siglo pasado el avance de fuerzas
progresistas en toda la región del medio oriente y Asia central. En aras de
impedir el avance de estas naciones y la obtención de su verdadera
independencia y soberanía, las fuerzas reaccionarias de EEUU y Europa se
aliaron con el diablo… y el diablo volvió.
Vamos a suponer que a
las torres gemelas las derribó Al Qaeda y que la carnicería de Paris la realizó
el EI sin el apoyo, respaldo e instigación de agencias de inteligencia. Las
preguntas son muchas: ¿De dónde llegaron a ser tan poderosas estas
organizaciones?, ¿Por qué combaten solo contra gobiernos enemigos de los EE.
UU?, ¿Por qué nunca plantean el derribo de alguna de las monarquías del golfo?
Pero sobre todo ¿Por qué nunca combaten a Israel?
Las imágenes de Paris
son estremecedoras, como estremecedoras son las imágenes que desde hace más de
una década nos llegan de Irak, Afganistán, Libia, Palestina o Siria, países
destruidos por la OTAN.
Je seus Paris gritan
por las redes sociales y sí, todos somos Paris y nos solidarizamos con todos
los inocentes que allí cayeron ante la brutalidad de quienes han sido
entrenados para matar en apoyo a intereses espurios de oligarquías criminales
que nada tienen que ver con el Islam. Pero también somos Gaza, Faluya o
Trípoli. Je ne suis pas OTAN: Yo no soy OTAN
Se le atribuye al
presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt la frase, refiriéndose al
carnicero de Nicaragua Anastasio Somoza: “Tal vez Somoza es un hijo de puta,
pero es nuestro hijo de puta”.
Obama, Cameron,
Netanyahu u Hollande pueden parafrasear a Roosevelt sin ninguna dificultad para
referirse al Estado Islámico… ellos lo crearon. Asuman las consecuencias. No
creo que lo hagan, el cinismo es su única moral. Al fin y al cabo son hermanos
de Somoza.
Nota: Apoyemos la
etiqueta #PrayForSyria. A pesar de la manipulación, la verdad se impone y esta
siempre es revolucionaria.
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