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quarta-feira, 12 de outubro de 2011

La furia imperialista se desata en Libia.


Hoje temos a ALBA, UNASUR e um pouco mais distante o BRICs, todos esses agrupamentos econômicos-políticos relativamente jovens representam algo de novo para os povos latino americanos, sinos e indu-asiáticos.

Todos esses povos foram vítimas dos mesmos algozes que saquearam o planeta quando nem sequer havia sido inventado o “Estado Moderno”. Este nasceria, tempos depois, com o propósito de acalentar os ânimos e anunciar os sonhos, nada dóceis e sempre acirrados, dos históricos exploradores de populações que não possuíam identificações com a cultura desses “colonizadores saqueadores”. Ei-los: a nobreza a realeza e a igreja.

O ardil se constituiu já nos limiares do século XII quando em 1179 o papa, Rolando Bandinelli, que assumira o papado com todos os “requintes que o expediente para tão importante disputa sugerem”, através da bula Manifestis Probatum, confirma e reconhece a Portugal como país independente e soberano protegido pela Igreja Católica. Séculos depois seu colega de mister o “famigerado” Rodrigo Bórgia, pelos idos de 1493 anunciou a assinatura da Bula Inter Coetera, que fixava uma linha imaginária a 100 léguas da Ilha de Açores. O mundo, sim, parecia ser deles. No entanto, no ano seguinte, o rei português Dom João II exigiu a revisão desse primeiro acordo, que não satisfazia os interesses lusitanos. Bem, as contendas prosseguiram até que acabaram acordando algo. Afinal de contas eles sempre se "entenderam bem" e não seriam algnus territórios que os separariam.


O destino dos povos de Abya Yala estava traçado e decidido por aquele grupo de “próceres” daquele mundo obscuro onde os portentos da razão eram sacudidos e levados as últimas conseqüências, em especial, com a anulação da vida de muitos, em incansáveis e públicos rituais de assassinato sem direito, e isto era certo, ao contraditório. Isso faz me reportar as circunstâncias que levariam ao assassinato de Giordano Bruno nos Campos de Fiori na Itália do século XVI a mando de Ippolito Aldobrandini, o papa da época.

Bruno fora, na verdade um renascentista, a seu modo, e não mediu esforços para levar adiante suas idéias e sua perspectiva de mundo. A mesma instituição que o humilhou e os mesmos que seviciaram-no invectivaram-no, no afã de tentar reconduzi-lo para a ortodoxia que ele tanto combatia, era a mesma que no chamado “ Novo Mundo”, juntamente com os seus parceiros históricos prosseguia com os massacres e genocídios de milhões de seres humanos.


Aquelas palavras proferidas por Bruno antes de suas morte “ vós, que me condenais, tendes mais medo do que eu, o condenado” servem bem para demonstrar o caráter de seus assassinos. Um século antes do cruel fim de Bruno e um pouco mais de dois séculos da invasão da América pelos “mesmos” que tiraram sua vida, a saga de milhões de seres humanos estava sendo desenhada, bem distante da península ibérica, do outro lado do Atlântico e a maioria deles não teriam sorte diferente.


O imperialismo e seus atores principais sempre procuram uma nova maneira, sutil ou não, de perpetuarem seus feitos. Ao longo da história Moderna, divisão cronológica inventada por eles, experimentaram adaptações, pequenos recuos aqui e acolá, mas nenhum suficientemente forte para permitir que fossem vistos da forma como verdadeiramente sempre foram: ávidos, hipócritas e, o que é gravíssimo, invisível para muitos e pouco previsíveis, quando identificados, para outras multidões. A matéria que segue é de Eduardo Paz Rada, sociólogo e docente da Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), de La Paz.

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Al parecer la tremenda crisis económica, financiera y de valores humanos que atraviesan Europa y Estados Unidos, junto a la cómplice acción de los grandes medios de comunicación a su servicio, ha enrarecido y confundido, en algunos casos, la gravedad y las nefastas consecuencias futuras de la violenta intervención militar aérea imperialista sobre territorio libio, utilizando nuevos “métodos” y tecnologías que matan centenares de miles de personas sin arriesgar la vida de los atacantes y pagando a mercenarios y empresas especializadas en operaciones de muerte.

Las prácticas colonialistas, aparentemente superadas por las “democracias occidentales y civilizadas”, adquieren nuevas formas cuando se producen situaciones de profunda crisis económica como la que afecta en la actualidad a las tradicionales potencias capitalistas. La crisis financiera iniciada a mediados de la década pasada e intensificada en los últimos meses en los ámbitos productivo, comercial, industrial, inmobiliario, fiscal y bancario, provocada por los grandes consorcios especuladores transnacionales, fue endosada a los estados-nacionales y sus gobiernos, los mismos que la han trasladado a los trabajadores y a la población en general.

La doble reacción no se ha dejado esperar. Miles de manifestantes en las calles de Madrid, Nueva York, Atenas, Londres, Roma y otras ciudades han roto la rutina para hacer escuchar su voz de protesta y reclamar por la inmoral práctica de las corporaciones capitalistas que pretenden mantener sus ganancias y excedentes a costa de la miseria general. Por otro lado, las tendencias políticas y mediáticas conservadoras han exacervado las actitudes xenófobas contra los migrantes africanos, árabes, asiáticos y latinoamericanos, a quienes se intenta responsabilizar de la crisis, el desempleo y la recesión, y pretenden, de esta manera, impulsar sus proyectos reaccionarios.

Las nuevas tendencias

A su vez, ante la sostenida conciencia anticolonial y antiimperialista surgida en la última década en distintas regiones del Tercer Mundo y ante la emergencia de economías poderosas como las ex-potencias socialistas, como China y Rusia, o la India, Brasil, Sudáfrica y Turquia, que han sido menos afectadas por la crisis, las posiciones de Estados Unidos y la Unión Europea tienden a imponer las políticas militaristas definidas por la guerra y la intervención a través de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).

Bajo el argumento de la lucha contra el terrorismo y el fundamentalismo islámico, Estados Unidos emprendió la guerra contra Irak, intervino en Afganistán, amenazó a los gobiernos de la región y mantuvo su respaldo indeclinable al régimen de Israel, convertido en su mejor carta de acción en el Medio Oriente. Sin embargo, los manidos elementos religiosos, culturales, morales o políticos se ubicaron en segundo plano, puesto que el interés mayor se encontraba en la explotación de los ricos yacimientos petroleros del territorio árabe y en la jugada geopolítica frente al avance Ruso y Chino.

Lo mismo ocurre ahora con la invasión militar europeo-estadounidense aérea de la OTAN sobre Libia, al norte de Africa, donde Muamar Kadafi, quien recuperó el petróleo de manos de las transnacionales francesas, inglesas e italianas, consiguió elevar el nivel de vida de su población e impulsar posiciones tercermundistas, se convirtió en el trofeo del “mundo occidental” para iniciar un nuevo periodo de acción estratégica de dominación sobre el mundo. Fue una nueva señal de barbarie que el Presidente francés Nicolas Sarkozy y el Primer Ministro inglés, David Cameron, sobretodo al primero que recibió de los gobernantes norteafricanos aportes para su campaña política, aparezcan avalando al nuevo gobierno de Trípoli, y tendrán millonarios beneficios con la “reconstrucción” de ese país africano y con sus ricas reservas petroleras.

Fue lamentable que tanto Rusia como China, con poder de veto en el Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, hayan permitido la intervención militar y los ataques aéreos sobre Libia.

Peligros para el tercer mundo

En este mismo marco se puede evaluar el hecho por el cual la Unión Europea aprobó el Acuerdo de Lisboa de diciembre de 2009 en el que establece que las Islas Malvinas de Argentina, invadidas por Inglaterra en 1833, sean consideradas como parte de la Unión Europea, marcando, de esta manera, su intención de impedir el ejercicio de la soberanía argentina sobre un territorio ubicado a mas 5.000 kilómetros de Londres.

Esta disposición es una afrenta tanto a la Argentina, como a América Latina y el Tercer Mundo, en momentos históricos en los que se impulsa la formación de bloques geográficos y políticos, como la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), se profundizan los procesos de descolonización iniciados en la década de los años cincuenta y se desmorona la dominación europeo-estadounidense.

Las nuevas intervenciones imperialistas y colonialistas se convierten en instrumentos peligrosos que, buscando resolver las crisis cíclicas del capitalismo y la debacle climática y civilizatoria, pretenden mantener un orden mundial basado en el sometimiento de los países y pueblos oprimidos que aún tienen pendiente el proceso de liberación nacional y autodeterminación planteado, entre otros, por Franz Fanon, Ho Chi Ming y Carlos Fonseca.

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